El rol de la mujer
En el Judaísmo
Hasta finales del siglo XIX y comienzos del XX, la mujer estaba exceptuada de la sinagoga y sus rituales; su lugar era la casa y la educación de sus hijos. No se la contaba para el minyan (grupo de 10 hombres necesario para decir algunas oraciones); no leía del Pentateuco, Tora; no usaba talit (manto ritual), kipa (solideo) ni tefilin (filacterias); no tenía obligación de participar de los servicios religiosos; no recitaba el Kadish de duelo (oración en recuerdo por la muerte de un ser querido: padre/madre, hermano/a, hijo/a, esposo). Mujeres y varones rezaban separados (por lo general ellos lo hacían en planta baja y ellas en un primer piso o separadas por una cortina); en Europa hubo templos que no tenían un lugar de rezo para las mujeres o era muy pequeño.
Sin embargo, a partir del siglo XX, las relaciones entre hombres y mujeres se modificaron, y la mujer comenzó a tener más participación en el mundo del trabajo y en los asuntos religiosos. Para el judaísmo ortodoxo la mujer sigue sin participar activamente en el ámbito de la sinagoga, pero para los movimientos llamados liberales la mujer se sitúa en pie de igualdad con el hombre.
En el Cristianismo
Los cristianos creen que ambos géneros son iguales en dignidad, pero cada uno tiene un rol especifico dado por Dios. A esto lo podemos observar en la Biblia, por ejemplo, en el Génesis con la creación de la mujer (porque no era bueno que el hombre estuviera solo) Adán dijo “…Esta es ahora hueso de mis huesos, y carne de mi carne; ella será llamada mujer,
porque del hombre fue tomada”. Hueso de mis huesos en hebreo tiene el sentido de alguien igual a uno, por lo que su valor y dignidad eran iguales a los del hombre. Eva fue creada como una ayudadora para trabajar a su lado, complementando las áreas donde a él le faltara. La ayuda era para que juntos pudieran ser más fructíferos.
Sin embargo, en 1 Corintios 11:3 dice: “Pero quiero que sepáis que la cabeza de todo hombre es Cristo, y la cabeza de la mujer es el hombre, y la cabeza de Cristo es Dios". Lo que el Señor quiere decir es que son iguales en dignidad, pero tienen roles diferentes.
En el Islam
Según los musulmanes Allāh iguala al hombre y la mujer en su derecho a poseer lo que han ganado, ya sea a través de la herencia, el trabajo retribuido o cualquier otra forma legal. Por lo tanto, desde los tiempos del Profeta Muhammad algunas mujeres trabajaban en la agricultura, el hilado, la dirección de trabajos manuales, la atención de enfermos y heridos o el comercio y la política
Sin embargo, el Islam no obligó a la mujer a trabajar fuera de casa, sino únicamente al hombre, y éste además debe hacerse cargo de la manutención de la mujer, ya sea su madre, hermana, esposa o hija. Esto se debe a que en el Islam el papel fundamental de la mujer es el de madre y esposa, educar y criar a sus hijos, que son el resultado de la educación de los padres y en especial de la madre. De esta forma, la mujer se convierte en la constructora del futuro, compartiendo con el hombre la construcción del presente.
En cualquier caso, el Islam considera que la participación activa de la mujer es básica pero, la mujer posee particularidades físicas, fisiológicas y psíquicas que la condicionan o no para cierto tipo de actividades como la construcción, la minería, la defensa e incluso la política. Sin embargo, para algunos esto último es discutible pues la mujer del Profeta, "Aisha", participó activamente en este ámbito. Por lo tanto, Para la mujer musulmana la educación es una obligación y el trabajo es opcional. Sin embargo, esta opinión ha disminuido en la mayoría de estas sociedades, especialmente la urbana, aunque se mantiene sobre todo en las zonas rurales.
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